Elías Prada Galán

El piano cuántico. Fragmentos de libros olvidados, que no deberían estarlo

Archivos mensuales: mayo 2012

INTERESANTE KEN WILBER 6

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Cuando se dan las condiciones materiales favorables, emerge la vida, cuando se dan las condiciones vitales favorables emerge la mente (y podríamos seguir agregando que cuando se dan las condiciones mentales favorables emerge el Espíritu)

(«Breve historia de todas las cosas», de Ken Wilber)

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INTERESANTE KEN WILBER 5

Se recomienda leer estos post sobre Ken Wilber siguiendo su orden de aparición (1,2, 3…)

– … La Realidad tiene una dirección y se dirige hacia algún lugar…
– Lo cual es aprovechado por los “creacionistas religiosos” porque dicen que concuerda con lo que afirma la Biblia y el Génesis.
– Bien, ellos se han apoderado de la evidencia creciente de que la explicación científica tradicional ha dejado de ser válida. Es la creatividad, y no el azar, el que construye la Realidad. Pero ello no significa que usted pueda equiparar la creatividad con su dios particular favorito. De ello no se sigue que en ese vacío usted pueda postular la existencia de un dios poseedor de las características concretas que a usted más le agraden (como por ejemplo, que dios es el dios exclusivo de los judíos, de los hindúes, de los pueblos indígenas, que dios está cuidando de mí, y que es bueno, justo y misericordioso). Debemos ser muy cautelosos en este tipo de caracterización antropomórfica restrictiva. Ese es precisamente uno de los motivos por los que prefiero utilizar el término “vacuidad”, otro modo de nombrar a lo ilimitado y lo incalificable.
Pero los fundamentalistas, los “creacionistas”, se aprovechan de estas vacaciones de hotel de la ciencia para abarrotar el congreso con sus delegados. Ellos consideran que la apertura –la creatividad- es un absoluto y equiparan a ese absoluto con su dios mítico favorito, atribuyéndole rasgos inspirados en sus propias tendencias egoicas, comenzando con el hecho de que si usted no cree en ese dios particular se freirá para siempre en el infierno, lo cual no hace más que reflejar el estado mental exacto de quienes creen en concepciones tan rudimentarias.

(«Breve historia de todas las cosas», de Ken Wilber)

INTERESANTE KEN WILBER 4

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– ¿Recuerda usted aquel ejemplo de los mil monos y Shakespeare, un ejemplo según el cual el azar podía dar lugar al universo ordenado?
– ¿El que afirmaba que, disponiendo de suficiente tiempo, un puñado de monos aporreando las teclas de una máquina de escribir terminarían escribiendo una obra de teatro de Shakespeare?
– ¡Disponiendo de suficiente tiempo¡ La probabilidad de que, de ese modo, los monos pudieran escribir una obra de Shakespeare sería de uno entre diez elevado a cuarenta. Tal vez algo así podría ocurrir en un lapso de mil billones de años. Pero el hecho es que el universo no tiene mil billones de años sino solo doce mil millones de años.
Y esto ha cambiado completamente las cosas. Los cálculos efectuados por los científicos, desde Fred Hoyle hasta F.B. Salisbury, muestran de manera contundente que en doce mil millones de años, ni siquiera existe la posibilidad de producir una simple enzima.
En otras palabras, algo distinto al azar es lo que está empujando el universo. El azar era la tabla de salvación, el dios de los científicos tradicionales porque servía para explicarlo todo. El azar –y un tiempo infinito- podría llegar a crear incluso el universo. Hoy en día, sin embargo, los científicos saben que no disponen de un tiempo interminable y, en consecuencia, su antiguo dios ha fracasado miserablemente. Este dios ha muerto, el azar no puede explicar el universo porque, de hecho, es precisamente el azar lo que el universo se está esforzando laboriosamente pos superar, es precisamente el azar lo que se ve superado por el impulso autotrascendente de la realidad.

(Ken Wilber, «Breve historia de todas las cosas»)

INTERESANTE KEN WILBER 3

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Tomemos por ejemplo la noción de que las alas no son más que una mutación evolutiva de las patas delanteras. La producción de un ala plenamente funcional –porque media ala carecería de todo valor funcional- a partir de una pata exige la presencia de un centenar de mutaciones previas. Media ala no es mejor que una pierna ni es mejor que un ala completa, puesto que con ella no se puede correr ni se puede volar. Una media ala carece, por tanto, de todo valor adaptativo. En otras palabras, con media ala uno se convierte simplemente en alimento. Pero las alas solo funcionarían si esas mutaciones intermedias tuvieran lugar al mismo tiempo en un animal y en otro animal de sexo opuesto para que luego puedan encontrarse, comer algo, aparearse, y tener descendencia con alas realmente funcionales.
Esto es algo tan absurdo, tan infinita, absoluta y completamente disparatado, que el concepto de mutación azarosa no puede llegar a explicarlo. La inmensa mayoría de las mutaciones son letales ¿cómo podemos, pues, pensar en cientos de mutaciones no letales –o, aunque solo se tratase de cuatro o cinco, que para el caso es lo mismo- aconteciendo simultáneamente? Es cierto que, una vez ha tenido lugar esa extraordinaria transformación, la selección natural se encarga de seleccionar las mejores alas de las alas menos operativas. Pero ¿qué ocurre con las mismas alas? Esta es, ciertamente, una pregunta para la que nadie tiene, hasta el momento, una respuesta satisfactoria.
Por el momento todo el mundo está de acuerdo en hablar de “evolución cuántica”, de “evolución puntuada”, de “evolución emergente” – de holones sumamente complejos y de emergentes radicalmente nuevos que llegan a la existencia en un extraordinario salto cuántico- sin la menor presencia –cualquiera que sea ésta- de formas intermedias. Son miles de mutaciones no letales simultáneas las que han tenido que ocurrir al mismo tiempo para que las alas o los globos oculares, pongamos por caso, hayan podido sobrevivir.
No obstante, nosotros hemos decidido que estas extraordinarias transformaciones ocurren (porque es innegable que lo hacen). Es por ello que muchos teóricos como Erich Janstch, por ejemplo, califican la evolución como “autorrealización a través de la autotrascendencia”. La evolución forma parte de un insólito proceso de autotrascendencia, un proceso que tiene la asombrosa capacidad de ir más allá de donde anteriormente se encontraba. La evolución constituye un proceso trascendente que incorpora lo que era anteriormente y le agrega componentes insólitamente nuevos.
(Ken Wilber, “Breve historia de todas las cosas”)

INTERESANTE KEN WILBER 2

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Asumir tal cosa constituiría una aproximación profundamente reduccionista que privilegiaría al universo material y físico y, entonces, cualquier otra cosa –desde la vida hasta la mente, y desde ésta, hasta el Espíritu- debería derivarse de las partículas subatómicas. Y no es así como funcionan las cosas.

(Ken Wilber, “Breve historia de todas las cosas”)

INTERESANTE KEN WILBER 1

Inicio con este post una larga secuencia de fragmentos del libro de Ken Wilber «Breve historia de todas las cosas», que me parecen de gran interés.

El Espíritu no es un estadio particular ni una ideología concreta ni tampoco un dios o una diosa preferidos sino la totalidad del proceso de desarrollo, un proceso infinito que, aunque se halla completamente presente en cada uno de los estadios finitos, deviene cada vez más accesible en cada nueva apertura evolutiva.
Así pues, podemos considerar –al igual que lo hacen las grandes tradiciones de sabiduría del mundo entero- a los estadios superiores de este desarrollo evolutivo como los estadios superiores o más profundos en los que el Espíritu deviene consciente de sí mismo, despierta a sí mismo y comienza a tomar conciencia de su propia naturaleza.
Suele hablarse de estos estadios superiores del desarrollo como estadios místicos o “avanzados” pero, en realidad, se trata de estadios muy concretos, muy tangibles, muy reales, estadios asequibles para usted y para mí, estadios que constituyen nuestros potenciales más profundos. Y la observación cuidadosa de estos estadios a la luz de la evolución nos ayuda a comprender lo que ellos están desplegando y nos ayuda también a sustentar sus afirmaciones y a darles un sentido muy concreto.
Y estos estadios superiores –que, en el pasado, han sido alcanzados por algunos individuos, los más extraños, los más avanzados, los más dotados, la vanguardia de su tiempo- pueden proporcionarnos ciertas pistas sobre lo que la evolución colectiva nos depara a cada uno de nosotros el día de mañana.
(Ken Wilber, “Breve historia de todas las cosas”)

LA MEJOR DEFINICIÓN

La música ordena el caos, pues el ritmo impone unanimidad en la divergencia, la melodia impone continuidad en la fragmentación, y la armonía impone compatibilidad en la incongruencia.
(Y. Menuhin)

FERIA DEL LIBRO

Hola
Los días
• 27 de mayo (domingo) por la tarde
• 31 de mayo (jueves) por la tarde,
• y el sábado día 2 de junio por la mañana
estaré firmando «El piano cuántico» en la Feria del Libro de Madrid (el Retiro), en la caseta 352 de la Editorial Libertarias
Saludos
Elías Prada Galán

LA CIENCIA, DIOS Y LOS ELECTRONES

La realidad que Bohr contemplaba es, en ausencia de observación, inexistente. Un objeto microfísico carece, según la interpretación de Copenhage, de propiedades intrínsecas. El electrón simplemente no existe en ningún lugar hasta el momento en que, para ubicarlo, llevamos a cabo una observación. Y tampoco posee velocidad ni atributo físico mensurable alguno. Es absurdo por ello preguntarse cuál es la posición o la velocidad, entre medida y medida, de un electrón. Y, puesto que la mecánica cuántica no dice nada sobre la existencia de una realidad física independiente del equipo de medida, el electrón solo es “real” en el acto de la medida o, dicho de otro modo, el electrón que no es observado no existe
(Manjit Kumar, «Quantum»)

LA CIENCIA NO FALLA

La ciencia no falla
(Un poco de humor nunca viene mal)

LA MEJOR MANERA DE COMBATIR EL MAL

Para una decidida lucha por el bien, destinada a eliminar el mal, existen determinadas reglas precisas que no pueden dejarse de lado si se pretende obtener el triunfo. 1) La decisión debe fundarse en un enlace entre la fuerza y la afabilidad 2) Un compromiso con el mal no es viable; éste debe quedar desacreditado sean cuales fueren las circunstancias. Del mismo modo, no es tampoco lícito que uno disimule o embellezca sus propias pasiones y defectos. 3) La lucha no debe ser conducida por medio de la violencia directa. Allí donde el mal se ve descubierto y estigmatizado, lucubra las armas a que debe recurrir, y cuando uno le hace el juego de combatirlo golpe por golpe, sale perdiendo puesto que en esta forma uno queda enredado en odios y pasiones. Por tanto, es cuestión de comenzar mirando por casa: mantenerse personalmente alerta en cuanto a los defectos estigmatizados. Así las armas del mal perderán por sí solas su filo, al no toparse con ningún adversario. Del mismo modo los defectos propios han de combatirse directamente. Mientras uno siga debatiéndose con ellos a golpes, permanecerán siempre victoriosos. 4) La mejor manera de combatir el mal es un enérgico progreso en el sentido del bien
Comentarios de Richard Wilhelm al Hexagrama 43 (Kuai) «El desbordamiento». (I Ching)

Crítica de «El piano cuántico» en TENDENCIAS 21

ATISBANDO EL ALMA UNIVERSAL

Es como si las moléculas se despertasen un mañana y descubrieran que los átomos están dentro de ellas, formando parte de su propio ser; como si las células se despertasen una mañana y descubrieran que las moléculas están en su interior y forman parte de su ser. Del mismo modo, usted también puede despertarse una mañana y descubrir que la naturaleza forma parte de usted, que literalmente se haya en su interior. No es que usted forme parte de la naturaleza sino que la naturaleza forma parte de usted. Y es por ello que, a partir de ese momento, usted comienza a tratar a la naturaleza del mismo modo que trata a sus pulmones o a sus riñones. Es entonces cuando una ética ambiental espontánea brota en su corazón y le impide seguir mirando un río, una hoja, un ciervo o un petirrojo, con la misma mirada que antes lo hacía.
Tal vez esto le parezca muy extraño y muy lejano… hasta que llegue a experimentarlo. Pregunte, si no, a este respecto, a los astronautas del Apolo.
(Ken Wilber, «Breve historia de todas las cosas»)