Elías Prada Galán

El piano cuántico. Fragmentos de libros olvidados, que no deberían estarlo

INTERESANTE KEN WILBER 3

Se recomienda leer estos post de Ken Wilber por orden de aparición (1, 2, 3…)

Tomemos por ejemplo la noción de que las alas no son más que una mutación evolutiva de las patas delanteras. La producción de un ala plenamente funcional –porque media ala carecería de todo valor funcional- a partir de una pata exige la presencia de un centenar de mutaciones previas. Media ala no es mejor que una pierna ni es mejor que un ala completa, puesto que con ella no se puede correr ni se puede volar. Una media ala carece, por tanto, de todo valor adaptativo. En otras palabras, con media ala uno se convierte simplemente en alimento. Pero las alas solo funcionarían si esas mutaciones intermedias tuvieran lugar al mismo tiempo en un animal y en otro animal de sexo opuesto para que luego puedan encontrarse, comer algo, aparearse, y tener descendencia con alas realmente funcionales.
Esto es algo tan absurdo, tan infinita, absoluta y completamente disparatado, que el concepto de mutación azarosa no puede llegar a explicarlo. La inmensa mayoría de las mutaciones son letales ¿cómo podemos, pues, pensar en cientos de mutaciones no letales –o, aunque solo se tratase de cuatro o cinco, que para el caso es lo mismo- aconteciendo simultáneamente? Es cierto que, una vez ha tenido lugar esa extraordinaria transformación, la selección natural se encarga de seleccionar las mejores alas de las alas menos operativas. Pero ¿qué ocurre con las mismas alas? Esta es, ciertamente, una pregunta para la que nadie tiene, hasta el momento, una respuesta satisfactoria.
Por el momento todo el mundo está de acuerdo en hablar de “evolución cuántica”, de “evolución puntuada”, de “evolución emergente” – de holones sumamente complejos y de emergentes radicalmente nuevos que llegan a la existencia en un extraordinario salto cuántico- sin la menor presencia –cualquiera que sea ésta- de formas intermedias. Son miles de mutaciones no letales simultáneas las que han tenido que ocurrir al mismo tiempo para que las alas o los globos oculares, pongamos por caso, hayan podido sobrevivir.
No obstante, nosotros hemos decidido que estas extraordinarias transformaciones ocurren (porque es innegable que lo hacen). Es por ello que muchos teóricos como Erich Janstch, por ejemplo, califican la evolución como “autorrealización a través de la autotrascendencia”. La evolución forma parte de un insólito proceso de autotrascendencia, un proceso que tiene la asombrosa capacidad de ir más allá de donde anteriormente se encontraba. La evolución constituye un proceso trascendente que incorpora lo que era anteriormente y le agrega componentes insólitamente nuevos.
(Ken Wilber, “Breve historia de todas las cosas”)

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