Elías Prada Galán

El piano cuántico. Fragmentos de libros olvidados, que no deberían estarlo

Archivos mensuales: diciembre 2014

X + Y = 5; 2X + 2Y= 7

Según afirman los místicos orientales que dicen haber entrado en contacto con el Espíritu, sólo se puede definir a Éste mediante paradojas. Y por lo visto esto es así porque nuestra mente, nuestro cerebro, presenta importantes limitaciones para poder definir algo que los supera con creces. Siempre digo: no se puede enseñar cálculo diferencial a un perro; por mucho que lo intentemos, su mente y su cerebro tienen unas limitaciones que hacen imposible que el can pueda llegar a comprender la ecuación de Schrodinger.

Situación similar nos ocurre a nosotros cuando tratamos de definir (o comprender), con el andamiaje mental que nos ha brindado hasta hoy la naturaleza, el Espíritu, el infinito, el Todo, a Dios.

Así los místicos, cuando les preguntamos sobre lo que han aprehendido sobre el Espíritu, recurren a las paradojas: es Uno y es Todo, es Vacío y Lleno, es Finito e Infinito, etc.

Paradójico también no deja de ser lo siguiente: atendiendo al colosal tamaño del universo, la tierra, y dentro de la misma, un ser humano, éste no deja de ser algo despreciable, en lo que a dimensiones espaciales se refiere. Si consideramos las escalas de tiempo cósmicas, con el reloj marcando aproximadamente los 14.500 millones de años, la duración de la vida de un ser humano, es quizá aún más despreciable. Si nos movemos en el plano de la historia de la humanidad, la vida de un ser humano estándar, esto es, que no figura en los libros de historia, tiene una vez más una importancia despreciable en la historia de la humanidad.

En suma, todo parece indicar que, a nivel cósmico, la existencia de cualquier ser humano es superflua, no tiene ningún valor, y que a nivel de la historia humana, la existencia de cualquier ser humano estándar, vuelve a ser superflua, sin valor alguno.

Lo paradójico de todo este asunto es que, una de las principales características que definen la humanidad de un ser humano (valga la redundancia), es considerar que la vida de cualquier ser humano, tiene un valor casi infinito. Es decir, exactamente lo contrario de lo que la lógica parece indicar.

Quizá este hecho no deje de ser una proyección más del misterio de la existencia, del Espíritu, de Dios.

Amén.

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¿ES LA REALIDAD DEMOCRÁTICA?

Ahondando en el comentario anterior, podemos pensar en diferentes niveles de conciencia. El nivel de conciencia de un recién nacido, de un niño, de un adolescente o de un adulto. El nivel de conciencia de un indígena de una tribu no contactada del amazonas, de un pescador analfabeto de indonesia, de un científico de la NASA o de un catedrático de metafísica. El nivel de conciencia de un psicópata, de un esquizofrénico, de un autista, o de un místico. El nivel de conciencia de un borracho, de alguien que ha consumido cannabis, cocaína, LSD, o peyote.. O incluso el nivel de conciencia de los pueblos de la prehistoria, de la grecia clásica, del oscuro medievo, de hoy en día o de seres humanos de dentro de mil años. Yendo aún más lejos podríamos llegar a hablar del nivel de conciencia de un lagarto, de un perro, de un chimpancé o un delfín.
La pregunta es: la realidad, la auténtica realidad ¿es aquella que percibe o considera uno de estos determinados grupos, el más númeroso? ¿O por el contrario puede estar constituida por lo que considera o percibe el grupo más reducido, incluso una única persona? (que normalmente sería tachada de loco por los demás)
En el comentario anterior hablábamos de diferentes niveles de conciencia en los seres humanos, con distancias tan enormes entre sí como la que existe entre un ser humano normal y un animal, y como la que podría existir entre un ser humano normal y uno extraordinario (supraconsciente). ¿Cuál es el límite para el ser humano yendo hacia arriba?
Hace unos años un matemático demostró el Teorema de Fermat, y las crónicas comentaron que solo 8 ó 10 personas en el mundo eran capaces de seguir el razonamiento empleado. Gracias a que estas 8 ó 10 personas acreditaron la validez de la demostración, ésta se consideró correcta. ¿10 personas frente a 6.000 millones incapaces de vislumbrar la verdad de la demostración?
Todo esto nos lleva a pensar que la realidad debe ser mucho más de lo que percibimos e incluso imaginamos. Nosotros percibimos e imaginamos lo que nuestra conciencia nos permite; al igual que un chimpancé, un niño de 3 años, un indígena no contactado o un genio de la lógica matemática percibirán cada uno la realidad atendiendo a su nivel de conciencia.
Así como el niño no ve, nosotros no vemos. Pero lo normal es que otros vean, o al menos se pueda llegar a ver. Y ¡¡qué ver¡¡ Desde otras dimensiones espaciales, temporales, o incluso lo más fascinante y a la vez aterrador: dimensiones que ni siquiera somos capaces de concebir (al igual que un perro no es capaz de concebir la curvatura del espacio-tiempo).
La aventura no es tanto qué hay más allá, sino más bien ¿qué hay que hacer para poder llegar a ver el más allá?
Seguiremos buscando

PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»
Una posible explicación muy sencilla de la frase de Jesús en la cruz, sería la siguiente:
1) Debemos partir de considerar a Jesús como un ser humano con una conciencia muy evolucionada; algo así como un ser humano «supraconsciente» (los denominados sabios o santos por algunas escuelas, al estilo de lo que podrían ser Buda, Lao Tse, incluso Sócrates).
2) Partiendo de lo anterior es muy sencillo entender su frase. Tan fácil como cuando cualquiera de nosotros perdona (al menos mentalmente) a un tigre o a cualquier otro animal salvaje cuando mata a un ser humano. Les perdonamos pues realmente no saben lo que hacen.
Así pues, en lo que a desarrollo de la conciencia se refiere, la distancia que puede existir entre un santo o un sabio con respecto a un ser humano normal, puede ser equivalente a la que existe entre un ser humano normal y un animal.
Largo camino el que nos queda por recorrer.