Elías Prada Galán

El piano cuántico. Fragmentos de libros olvidados, que no deberían estarlo

X + Y = 5; 2X + 2Y= 7

Según afirman los místicos orientales que dicen haber entrado en contacto con el Espíritu, sólo se puede definir a Éste mediante paradojas. Y por lo visto esto es así porque nuestra mente, nuestro cerebro, presenta importantes limitaciones para poder definir algo que los supera con creces. Siempre digo: no se puede enseñar cálculo diferencial a un perro; por mucho que lo intentemos, su mente y su cerebro tienen unas limitaciones que hacen imposible que el can pueda llegar a comprender la ecuación de Schrodinger.

Situación similar nos ocurre a nosotros cuando tratamos de definir (o comprender), con el andamiaje mental que nos ha brindado hasta hoy la naturaleza, el Espíritu, el infinito, el Todo, a Dios.

Así los místicos, cuando les preguntamos sobre lo que han aprehendido sobre el Espíritu, recurren a las paradojas: es Uno y es Todo, es Vacío y Lleno, es Finito e Infinito, etc.

Paradójico también no deja de ser lo siguiente: atendiendo al colosal tamaño del universo, la tierra, y dentro de la misma, un ser humano, éste no deja de ser algo despreciable, en lo que a dimensiones espaciales se refiere. Si consideramos las escalas de tiempo cósmicas, con el reloj marcando aproximadamente los 14.500 millones de años, la duración de la vida de un ser humano, es quizá aún más despreciable. Si nos movemos en el plano de la historia de la humanidad, la vida de un ser humano estándar, esto es, que no figura en los libros de historia, tiene una vez más una importancia despreciable en la historia de la humanidad.

En suma, todo parece indicar que, a nivel cósmico, la existencia de cualquier ser humano es superflua, no tiene ningún valor, y que a nivel de la historia humana, la existencia de cualquier ser humano estándar, vuelve a ser superflua, sin valor alguno.

Lo paradójico de todo este asunto es que, una de las principales características que definen la humanidad de un ser humano (valga la redundancia), es considerar que la vida de cualquier ser humano, tiene un valor casi infinito. Es decir, exactamente lo contrario de lo que la lógica parece indicar.

Quizá este hecho no deje de ser una proyección más del misterio de la existencia, del Espíritu, de Dios.

Amén.

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