Elías Prada Galán

El piano cuántico. Fragmentos de libros olvidados, que no deberían estarlo

Archivos mensuales: febrero 2015

CON MIS DISCULPAS POR ANTICIPADO: LA CORTEDAD DE MIRAS

Si analizamos a los seres humanos desde un punto de vista imparcial, podemos identificar algunas de sus características principales: la capacidad del lenguaje, tanto hablado como musical, la creatividad artística, la inteligencia, tanto la abstracta como la capacidad para prever el futuro, y la espiritualidad.
Quizá me deje alguna, pero creo que con esas pocas características puede definirse bastante bien lo que es un ser humano.
Estas capacidades parece que estaban presentes ya al principio, hace unos 200.000 años. Posteriormente algunos salieron de África, y el ser humano se extendió por todo el planeta. Con dicho éxodo, fueron apareciendo las diferentes lenguas, estilos musicales, manifestaciones artísticas, avances científicos y tecnológicos, así como las religiones.
Llama la atención que a principios del siglo XXI, cuando conocemos todo esto, una parte muy importante de los seres humanos tenga la cortedad de miras de pensar que su lengua, su música, su arte, sus avances científicos o tecnológicos o su religión sean las “auténticas”, y que las demás estén equivocadas.
Salvando quizá la lógica matemática, que es universal (se ha empleado por ejemplo varias veces el argumento de que cualquier ser racional identificará los números primos solo de una determinada forma, ya sea aquí o en cualquier civilización extraterrestre que pudiese existir en los confines del universo), el resto de características de lo humano difieren de unos lugares a otros debido a los cambios culturales que han ido sucediéndose en los últimos miles de años.
Así, nos parecería absurdo que un islandés nos espetara que su lengua es la lengua verdadera u original, que un hindú hiciese lo mismo con la música, que un indio norteamericano hiciese lo propio con la pintura, o que un guineano considerase su religión la auténtica.
Como hemos dicho lo que define a un ser humano son dichas cualidades, no la tipología de las mismas (salvo la excepción comentada de la lógica matemática).
Así, a lo largo de la hisotria la humanidad ha estado en general ligada a algún tipo de espiritualidad que considera que la muerte no es el final de la existencia y que existe cierto ser superior con el que mantenemos algún tipo de vinculación.
Aunque luego se han ido unificando en unas pocas, la historia ha arrojado un importante número de religiones y espiritualidades, que no dejan de ser diferentes tipologías de la cualidad esencial del ser humano: la vivencia espiritual.
Por ello, si se analiza todo esto desde un punto de vista absolutamente imparcial, no deja de sorprender que porciones muy importantes de la humanidad, consideren que su visión de la espiritualidad, su religión, es la verdadera, y que las demás están equivocadas. Realmente esto es lo mismo que si un islandés nos dijese que su lengua es la única realmente humana, y que el resto de las lenguas están corrompidas.
Lo realmente curioso reside en la cortedad de miras de pensar que, al pertenecer a una determinada zona, nuestra religión es la verdadera, cuando exactamente lo mismo piensa el que es de otra zona. Es algo así como la pescadilla que se muerde la cola. Ambos no se dan cuenta que son presa de la misma falacia lógica.
Corresponde al futuro determinar la verdad que se esconde detrás del fenómeno espiritual.
Yo personalmente, creo que hay algo detrás, llámesele Dios, el Uno o como se quiera. El hecho de que plantee este argumento no tiene por qué implicar que acabe abrazando el ateísmo.
Ahora bien, creo que tiene bastante sentido plantear que lo que debe interesarnos, no es tal o cual religión o espiritualidad porque hemos nacido en la zona en la que imperan, sino los puntos en común entre las diferentes religiones y espiritualidades a lo largo de la historia y la geografía, pues esos puntos en común son realmente un resumen de la auténtica experiencia espiritual o religiosa del ser humano.
Todo esto no es nada nuevo, porque esos puntos en común son los que desde hace tiempo se denominan «Filosofía perenne».

Anuncio publicitario