Elías Prada Galán

El piano cuántico. Fragmentos de libros olvidados, que no deberían estarlo

ORDEN DE MAGNITUD

Continuamente se nos aportan datos de distancias en el universo. Que si tal o cual astro se encuentra a miles de años luz…
Un año luz es una distancia con la que no estamos familiarizados, y su mención no nos suele hacer ver las colosales dimensiones del universo.
Para hacerse una idea de las mismas, sirva como ejemplo el tan manido viaje a marte. Marte, se encuentra a una distancia media de la tierra de 75 millones de km, y la duración media del viaje allí, con la tecnología actual, rondaría los 150 días.
Con este dato, podemos hacernos una pequeña idea del universo.
Para ello, recurramos a la estrella más próxima a la tierra (es decir, esta estrella está «al lado»). Alfa centauri, la estrella más próxima se encuentra a 4,37 años luz de la tierra.
Un año luz, como nos dice wikipedia, son 460 730 472 580 km. Por llo Alfa centauri se encuentra a 4,37 veces esa distancia que son aproximadamennte 2 010 000 000 000 km.
Pues bien, en distancia ¿cuántos viajes a marte suponen? Pues solo hay que dividir por la distancia media, 75 millones de km, que nos da 26.845 veces el viaje a marte. Sabiendo que cada viaje dura sobre 150 días eso nos da 4.026.000 días, lo que pasado a años son 11.032 años.
Tardaríamos 11.000 años en llegar a la estrella más próxima viajando con una nave con la tecnología actual.
!!!11.000 años¡¡¡ a la estrella de «al lado».
¡¡Si salen ahora llegan en el año 13.000¡¡
Sin duda estos números y estas dimensiones sobrepasan las capacidades humanas, al menos las actuales.

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SIN LÍMITES

¿Quién dice que no sea posible? Cada posición del espacio dentro del universo: un punto en mi oreja, otro en la nariz de la Mona Lisa en el Louvre, uno más en medio de la bandera de EEUU en la luna, y otro por ejemplo a 5 km del centro en la estrella alfa centauri, contienen en sí un universo como el nuestro.
Y nuestro universo, no deja de estar en un punto del espacio de otro universo mucho más grande.
Y así sin límites hacia arriba y hacia abajo.
Hacia abajo está la barrera de la cuántica, que todo lo oscurece.
Y hacia arriba, la barrera del tiempo, que todo lo detiene.
Siendo nuestra realidad posible, es posible que todas las otras también lo sean.
¡Qué complejidad y qué belleza¡

EL SALTO DE LA FE

Hoy en día, la gran mayoría de las personas acepta la teoría del big bang, a saber, que hace unos 14.000 millones de años se originó el universo como consecuencia de una formidable explosión. Según afirman los físicos, y debido a los principios de conservación de la energía y la masa, toda la energía y toda la masa del universo actual, estaba concentrada en una pequeña bola, de un tamaño microscópico. Estos mismos físicos nos dicen que la densidad de dicha bola era «casi infinita.
Todo esto es ya un lugar común, todos lo aceptamos (yo incluido por supuesto), y nos tranquiliza que la ciencia nos haya brindado una explicación del origen del universo.
Lo que está claro que no hacemos -al menos yo hasta hace pocos días- es tratar de imaginar lentamente lo anterior.
Empiezo imaginando cómo puedo meter en una bolita microscópica toda la masa de un edificio, luego la de la ciudad de Madrid, más tarde toda la de España, incluso toda la del mundo. Realmente hay que hacer un gran esfuerzo para pensar que roda la masa de la tierra la puedo meter en una partícula del tamaño de un grano de sal.
Pero no es eso. Eso es irrisorio.
No es que tenga que meter ahí la tierra, sino el sistema solar, con el sol y júpiter dentro. Pero con eso aún ni siquiera he empezado. Tengo que meter ahí los cien mil millones de estrellas como el sol que hay en la vía láctea, con los múltiples planetas que debe haber…
Y aún no habré acabado, aún me quedan por meter cien mil millones de galaxias como la vía láctea, cada una de las cuales tiene otras cien mil millones de estrellas como el sol, con todos los miles de millones de planetas que debe haber…
¡¡Concentrar toda la masa del universo en una partícula más pequeña que un grano de sal¡¡
Y eso lo concebimos y lo creemos (yo el primero), cuando es algo realmente inconcebible e increíble.
Aceptar eso realmemte me parece un salto tan brutal como aceptar que detrás de todo eso hay una inteligencia superior (llamémosle divina) que «sostiene» la realidad. Que Dios existe.
Del big bang parece que hay pruebas (la radiación de microondas, la expansión del universo). De Dios ninguna.
No entiendo muy bien por tanto la postura de los ateos fanáticos, que se ríen de ti cuando les dices que debe existir un Dios. Que Dios existe. Que el Espíritu existe. Ellos conciben y creen (como yo) que toda la masa del universo se puede comprimir en una micropartícula, algo realmente inconcebible e increíble. Sin embargo, creer que hay un Dios (como yo lo creo) a ellos les parece el planteamiento de una mente infantil.
¡Cuánta historia, cuánta educación convencional hay que quitarse de encima para sobre estos temas poder opinar de un modo racional y coherente¡
Realmente a mí me parece de una mente infantl admitir a pies juntillas el big bang, y luego proclamar que quien cree en Dios tiene una mente infantil.
Sin duda el salto intelectual que hay que dar en ambos casos es parecido.
Y cómo decía en mi post anterior, la ciencia es lo fácil…
Aprehender el Espíritu es, tiene que ser, mucho más difícil que aplicar el método científico.
Con todos los respetos para la ciencia, uno de los instrumentos más poderosos que ha creado la mente humana.
Otro instrumento tan poderoso o más, en mi opinión puede ser la música, porque ¿quién fue más inteligente, Einstein o Mozart?
¿Qué entendemos por inteligencia?

LA CIENCIA ES LO FÁCIL

Pues eso…

LA ECUACIÓN DEL TODO

En lo que al todo (cualquier realidad) se refiere, debe cumplirse:
L > 0, si y solo si B existe
L : Libertad
B: Bondad
La demostración en el capítulo «Para existir, el universo precisa de la conciencia (o la inviabilidad de lo predecible)», de «El piano cuántico».

CAMINO A LA EXCELENCIA

En marzo de 1616 la Inquisición publicó un edicto en el que se exigía que las obras de Copérnico se expurgaran. De Revolutionibus se incluyó en el índice de libros prohibidos a los católicos. En lugar de regresar a Ptolomeo o a Aristóteles, algunos astrónomos católicos, como el jesuita Giovanni Battista Riccioli, en su Almagestum Novum de 1651, se pronunció en favor del sistema de Tycho, que por entonces no se podía refutar mediante la observación. De Revolutionibus permaneció en el índice de libros prohibidos hasta 1835, malogrando la enseñanza de la ciencia en algunos países católicos, como por ejemplo España.
Steven Weinberg «Explicar el mundo»

AÑO 999999

Por lo visto, la tierra podría ser un lugar habitable hasta más o menos el año 1 millón, momento a partir del cual los cambios que se producirán en el sol harán del planeta un sitio «complicado» para vivir.
Es imteresante como ejercicio mental, pensar en un libro de historia del año 999.999 ¿qué figuras historícas de las que nosotros conocemos aparecerían en él? En mi opinión, en ese libro, de toda nuestra historia solo aparecería Isaac Newton.
Otro ejercicio mental interesante es pensar cómo será el ser humano dentro de 1 millón de años. Según mi punto de vista existirá una nueva especie, creada por el propio hombre. Un híbrido de ser humano y robot, probablemente casi inmortal.
Da vértigo solo pensarlo.

NO CREAMOS

No creamos que las grandes compañías nos hablan de sostenibilidad, de ética o de responsabilidad social corporativa porque realmente creen en dichos conceptos.
Lo hacen porque, como ellos saben, cada vez estamos más cerca de la demostración lógica y matemática de que el Bien es, a todos los efectos, lo más rentable a largo plazo.
Ellos en lo que creen es en el dinero y en el beneficio. Y si tienen que hacer el bien para lograrlo, lo harán.
Lo mismo que si hubiese que hacer el mal.

CONFORMISMO / INCONFORMISMO

Todos sabemos de qué va esta realidad. Si hay algo que la define, es la carencia de certidumbre, de una justicia homogénea, de igualdad de oportunidades, de suerte… Además, tenemos el gran problema de la muerte, que supone al menos hasta ahora un fracaso de lo humano frente al mundo, dejando aparte las creencias espirituales o religiosas que pueden llegar a considerar a ésta como una «liberación».
Frente a estas circunstancias, resulta lícito preguntarse si es más humano huir periódicamente de estas carencias a través de la distorsión de la realidad que brindan las múltiples drogas existentes, o permanecer en ella continuamente, sin este tipo de «escapes».
Aldous Huxley lo expresa muy bien en su libro «Las puertas de la percepción. Cielo e infierno» cuando escribe: «son innumerables las personas que desean la autotrascendencia y que se alegrarían de encontrarla en la iglesia, Pero, ay, “las hambrientas ovejas levantan la vista y no son alimentadas”. Participan en los ritos, escuchan los sermones y repiten las oraciones, pero su sed queda sin satisfacer. Decepcionadas, se vuelven hacia la botella. Durante un tiempo, por lo menos, y en cierto modo, esto les da resultado. Cabe todavía asistir a la iglesia, pero esto no es más que el banco musical del Erewhon de Butler. Cabe todavía reconocer a dios, pero es un dios meramente verbal, un dios estrictamente al estilo Pickwick. El objeto efectivo de culto es la botella y la única experiencia religiosa es ese estado de euforia sin trabas y beligerante que sigue a la ingestión del tercer cóctel»

URÓBOROS

No es difícil concebirlo. El ejercicio es el siguiente:
 Imagina que estás en la estación espacial internacional, y miras hacia la tierra. La ves muy grande pero al mismo tiempo tan pequeña… Pensar que ahí dentro, por debajo de las formas que percibes, viven los seres humanos; vives tú.
 Ahora empieza a alejarte mentalmente de la tierra, viéndola cada vez más pequeña. Aléjate hasta fuera del sistema solar, mirando fijamente al sol, hasta que éste no deje de ser una estrella más en el firmamento.
 Aléjate todavía más y más rápido, hasta que salgas de la vía láctea.
 Mantén de nuevo la vista fijada en ella hasta que no sea de nuevo más que un punto en el horizonte.
 Aléjate más y más, y cada vez más rápido.
 Estás llegando al límite del universo; avanzas más rápido que la expansión del universo.
 Como la imaginación nos permite todo, llegado un momento sales del universo y te adentras en lo desconocido. Vas tan rápido que el universo se convierte rápidamente en un pequeño globo que flota en el rango de tu visión.
 Giras ahora la cabeza, y observas otros globos a lo lejos. Sí, son otros universos, como el nuestro.
 Te alejas aún más y miras a tu alrededor. Los globos se han convertido en burbujas. Hay miles, millones. A donde mires se ven burbujas, cada una de ellas un universo como el nuestro.
 Sigues alejándote aún más y penetras en un nuevo espacio desconocido. Todas las burbujas que veías las puedes ver ahora agrupadas en un nuevo globo. Giras de nuevo la cabeza y todo está lleno de globos, e imaginas que cada uno está lleno de billones de burbujas, cada uno de ellos un universo.
 Sigues alejándote. Los globos que veías parece que ahora forman un nuevo globo, que está unido a otros globos por algún tipo de sustancia que no puedes determinar.
 Te alejas más y más, y aparecen todo tipo de globos, unos más grandes, otros más pequeños, con todo tipo de uniones o conexiones entre sí por algún tipo de sustancia o éter que no puedes determinar.
 Sigues alejándote, y el escenario que ves comienza a tornarse de un color rojizo. Hay nuevas estructuras, movimiento…
 Te alejas aún más y te sorprendes al comprobar que el cuadro que ves comienza a tomar forma de corazón…
 Sigues alejándote aún más, y tu imaginación explota cuando compruebas que en tu largo viaje alejándote has acabado saliendo del corazón de alguien, que resulta que eres tú.

¿EL FUTURO DE LA MEDICINA?

Mucho se habla de los avances de la ciencia en el área de la medicina. Ya es un lugar común considerar que la generación que nace hoy vivirá cien años. De la previsible cura futura de las enfermedades más importantes (al menos en occidente) como el cáncer. Es habitual ya el planteamiento de nanorobots circulando por nuestras venas y arterias como si fuesen policías en una ciudad, vigilando el estado de los distintos órganos y vísceras para que se pueda actuar a tiempo con el remedio apropiado (cirugía, tratamiento farmacológico…). Incluso algunos osados nos hablan de la inmortalidad, diciendo que el objetivo final de toda la ciencia es vencer a la muerte, lo cual es un horizonte ya visible…
Una ciencia que sea capaz de doblegar al cáncer, que posibilite la detección de enfermedades con naves robóticas del tamaño de una molécula circulando por nuestros «preciados fluidos corporales», que incluso conciba una posible victoria sobre la muerte, digo yo que sería también capaz de fabricar una pastilla, o establecer un tratamiento, para que todos los niños que nazcan sean en su vida incapaces de mentir, de ser egoístas, malvados o violentos.
Sin embargo de esta posibilidad nadie habla o al menos yo no he leído nada al respecto, a pesar de que leo cualquier artículo o publicación que caiga en mis manos y se interese en estos asuntos.
No deja de ser absurdo apasionarse con la lucha de la ciencia frente a la muerte, cuando el futuro que espera a los inmortales es un mundo (la familia, el barrio, la ciudad, la nación, el contienente, el planeta) por el que vaguen aún cientos de seres humanos psicóticos o psicológicamente enfermos, causa principal del dolor y la tristeza que asola nuestro mundo desde que el primer simio se bajo del árbol.

CON MIS DISCULPAS POR ANTICIPADO: LA CORTEDAD DE MIRAS

Si analizamos a los seres humanos desde un punto de vista imparcial, podemos identificar algunas de sus características principales: la capacidad del lenguaje, tanto hablado como musical, la creatividad artística, la inteligencia, tanto la abstracta como la capacidad para prever el futuro, y la espiritualidad.
Quizá me deje alguna, pero creo que con esas pocas características puede definirse bastante bien lo que es un ser humano.
Estas capacidades parece que estaban presentes ya al principio, hace unos 200.000 años. Posteriormente algunos salieron de África, y el ser humano se extendió por todo el planeta. Con dicho éxodo, fueron apareciendo las diferentes lenguas, estilos musicales, manifestaciones artísticas, avances científicos y tecnológicos, así como las religiones.
Llama la atención que a principios del siglo XXI, cuando conocemos todo esto, una parte muy importante de los seres humanos tenga la cortedad de miras de pensar que su lengua, su música, su arte, sus avances científicos o tecnológicos o su religión sean las “auténticas”, y que las demás estén equivocadas.
Salvando quizá la lógica matemática, que es universal (se ha empleado por ejemplo varias veces el argumento de que cualquier ser racional identificará los números primos solo de una determinada forma, ya sea aquí o en cualquier civilización extraterrestre que pudiese existir en los confines del universo), el resto de características de lo humano difieren de unos lugares a otros debido a los cambios culturales que han ido sucediéndose en los últimos miles de años.
Así, nos parecería absurdo que un islandés nos espetara que su lengua es la lengua verdadera u original, que un hindú hiciese lo mismo con la música, que un indio norteamericano hiciese lo propio con la pintura, o que un guineano considerase su religión la auténtica.
Como hemos dicho lo que define a un ser humano son dichas cualidades, no la tipología de las mismas (salvo la excepción comentada de la lógica matemática).
Así, a lo largo de la hisotria la humanidad ha estado en general ligada a algún tipo de espiritualidad que considera que la muerte no es el final de la existencia y que existe cierto ser superior con el que mantenemos algún tipo de vinculación.
Aunque luego se han ido unificando en unas pocas, la historia ha arrojado un importante número de religiones y espiritualidades, que no dejan de ser diferentes tipologías de la cualidad esencial del ser humano: la vivencia espiritual.
Por ello, si se analiza todo esto desde un punto de vista absolutamente imparcial, no deja de sorprender que porciones muy importantes de la humanidad, consideren que su visión de la espiritualidad, su religión, es la verdadera, y que las demás están equivocadas. Realmente esto es lo mismo que si un islandés nos dijese que su lengua es la única realmente humana, y que el resto de las lenguas están corrompidas.
Lo realmente curioso reside en la cortedad de miras de pensar que, al pertenecer a una determinada zona, nuestra religión es la verdadera, cuando exactamente lo mismo piensa el que es de otra zona. Es algo así como la pescadilla que se muerde la cola. Ambos no se dan cuenta que son presa de la misma falacia lógica.
Corresponde al futuro determinar la verdad que se esconde detrás del fenómeno espiritual.
Yo personalmente, creo que hay algo detrás, llámesele Dios, el Uno o como se quiera. El hecho de que plantee este argumento no tiene por qué implicar que acabe abrazando el ateísmo.
Ahora bien, creo que tiene bastante sentido plantear que lo que debe interesarnos, no es tal o cual religión o espiritualidad porque hemos nacido en la zona en la que imperan, sino los puntos en común entre las diferentes religiones y espiritualidades a lo largo de la historia y la geografía, pues esos puntos en común son realmente un resumen de la auténtica experiencia espiritual o religiosa del ser humano.
Todo esto no es nada nuevo, porque esos puntos en común son los que desde hace tiempo se denominan «Filosofía perenne».

HOMBRES NOTABLES

«Sólo puede ser llamado notable el hombre que se distingue de los que lo rodean por los recursos de su espíritu, y porque sabe contener las manifestaciones provenientes de su naturaleza, mostrándose al mismo tiempo justo e indulgente hacia las debilidades de los demás»
G.I. Gurdjieff, «Encuentros con hombres notables»

X + Y = 5; 2X + 2Y= 7

Según afirman los místicos orientales que dicen haber entrado en contacto con el Espíritu, sólo se puede definir a Éste mediante paradojas. Y por lo visto esto es así porque nuestra mente, nuestro cerebro, presenta importantes limitaciones para poder definir algo que los supera con creces. Siempre digo: no se puede enseñar cálculo diferencial a un perro; por mucho que lo intentemos, su mente y su cerebro tienen unas limitaciones que hacen imposible que el can pueda llegar a comprender la ecuación de Schrodinger.

Situación similar nos ocurre a nosotros cuando tratamos de definir (o comprender), con el andamiaje mental que nos ha brindado hasta hoy la naturaleza, el Espíritu, el infinito, el Todo, a Dios.

Así los místicos, cuando les preguntamos sobre lo que han aprehendido sobre el Espíritu, recurren a las paradojas: es Uno y es Todo, es Vacío y Lleno, es Finito e Infinito, etc.

Paradójico también no deja de ser lo siguiente: atendiendo al colosal tamaño del universo, la tierra, y dentro de la misma, un ser humano, éste no deja de ser algo despreciable, en lo que a dimensiones espaciales se refiere. Si consideramos las escalas de tiempo cósmicas, con el reloj marcando aproximadamente los 14.500 millones de años, la duración de la vida de un ser humano, es quizá aún más despreciable. Si nos movemos en el plano de la historia de la humanidad, la vida de un ser humano estándar, esto es, que no figura en los libros de historia, tiene una vez más una importancia despreciable en la historia de la humanidad.

En suma, todo parece indicar que, a nivel cósmico, la existencia de cualquier ser humano es superflua, no tiene ningún valor, y que a nivel de la historia humana, la existencia de cualquier ser humano estándar, vuelve a ser superflua, sin valor alguno.

Lo paradójico de todo este asunto es que, una de las principales características que definen la humanidad de un ser humano (valga la redundancia), es considerar que la vida de cualquier ser humano, tiene un valor casi infinito. Es decir, exactamente lo contrario de lo que la lógica parece indicar.

Quizá este hecho no deje de ser una proyección más del misterio de la existencia, del Espíritu, de Dios.

Amén.

¿ES LA REALIDAD DEMOCRÁTICA?

Ahondando en el comentario anterior, podemos pensar en diferentes niveles de conciencia. El nivel de conciencia de un recién nacido, de un niño, de un adolescente o de un adulto. El nivel de conciencia de un indígena de una tribu no contactada del amazonas, de un pescador analfabeto de indonesia, de un científico de la NASA o de un catedrático de metafísica. El nivel de conciencia de un psicópata, de un esquizofrénico, de un autista, o de un místico. El nivel de conciencia de un borracho, de alguien que ha consumido cannabis, cocaína, LSD, o peyote.. O incluso el nivel de conciencia de los pueblos de la prehistoria, de la grecia clásica, del oscuro medievo, de hoy en día o de seres humanos de dentro de mil años. Yendo aún más lejos podríamos llegar a hablar del nivel de conciencia de un lagarto, de un perro, de un chimpancé o un delfín.
La pregunta es: la realidad, la auténtica realidad ¿es aquella que percibe o considera uno de estos determinados grupos, el más númeroso? ¿O por el contrario puede estar constituida por lo que considera o percibe el grupo más reducido, incluso una única persona? (que normalmente sería tachada de loco por los demás)
En el comentario anterior hablábamos de diferentes niveles de conciencia en los seres humanos, con distancias tan enormes entre sí como la que existe entre un ser humano normal y un animal, y como la que podría existir entre un ser humano normal y uno extraordinario (supraconsciente). ¿Cuál es el límite para el ser humano yendo hacia arriba?
Hace unos años un matemático demostró el Teorema de Fermat, y las crónicas comentaron que solo 8 ó 10 personas en el mundo eran capaces de seguir el razonamiento empleado. Gracias a que estas 8 ó 10 personas acreditaron la validez de la demostración, ésta se consideró correcta. ¿10 personas frente a 6.000 millones incapaces de vislumbrar la verdad de la demostración?
Todo esto nos lleva a pensar que la realidad debe ser mucho más de lo que percibimos e incluso imaginamos. Nosotros percibimos e imaginamos lo que nuestra conciencia nos permite; al igual que un chimpancé, un niño de 3 años, un indígena no contactado o un genio de la lógica matemática percibirán cada uno la realidad atendiendo a su nivel de conciencia.
Así como el niño no ve, nosotros no vemos. Pero lo normal es que otros vean, o al menos se pueda llegar a ver. Y ¡¡qué ver¡¡ Desde otras dimensiones espaciales, temporales, o incluso lo más fascinante y a la vez aterrador: dimensiones que ni siquiera somos capaces de concebir (al igual que un perro no es capaz de concebir la curvatura del espacio-tiempo).
La aventura no es tanto qué hay más allá, sino más bien ¿qué hay que hacer para poder llegar a ver el más allá?
Seguiremos buscando

PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»
Una posible explicación muy sencilla de la frase de Jesús en la cruz, sería la siguiente:
1) Debemos partir de considerar a Jesús como un ser humano con una conciencia muy evolucionada; algo así como un ser humano «supraconsciente» (los denominados sabios o santos por algunas escuelas, al estilo de lo que podrían ser Buda, Lao Tse, incluso Sócrates).
2) Partiendo de lo anterior es muy sencillo entender su frase. Tan fácil como cuando cualquiera de nosotros perdona (al menos mentalmente) a un tigre o a cualquier otro animal salvaje cuando mata a un ser humano. Les perdonamos pues realmente no saben lo que hacen.
Así pues, en lo que a desarrollo de la conciencia se refiere, la distancia que puede existir entre un santo o un sabio con respecto a un ser humano normal, puede ser equivalente a la que existe entre un ser humano normal y un animal.
Largo camino el que nos queda por recorrer.

BIG

He finalizado recientemente «El paradigma holográfico», libro promovido por Ken Wilber en el que se tratan concienzudamente las teorías de David Bohm sobre el orden explicado e implicado.
Partiendo de mis conocimientos previos, las conclusiones a las que llego tras su lectura en lo que respecta a la idea de Dios (o el Espíritu) son las siguientes (si bien como más o menos dice el Tao Te King, es imposible explicar a Dios con palabras):
1) Tenemos por un lado, originado por el Big Bang, este universo increíblemente enorme que está expandiéndose.
2) Por otro lado, parece que nuestro universo no deja de ser uno entre la infinidad de universos disjuntos que existen (el llamado multiverso), separados entre sí a distancias aún mayores que los propios universos.
Pues bien, el planteamiento de Bohm es que toda esta enormidad (multiverso) casi inconcebible de espacio y materia, no deja de ser solo «un pequeño rizo» en un océano muchísimo más vasto de energía.
Luego a su vez y ya según los más reconocidos místicos de la historia, este colosal océano energético en el que se ha formado el «pequeño rizo» de espacio y materia en el cual se encuentra el multiverso y aún más dentro del mismo nuestro universo, «debe» descansar en una realidad (por llamarla de algún modo) atemporal y aespacial (no se puede decir que sea aún mayor ya que es «aespacial») que trasciende todo lo anterior, que sería «El Espítitu» (o Dios), el cual a su vez es inmanente a todo lo anterior, es decir, de algun modo lo penetra.
El que una realidad espacial y material descanse en otra aespacial y atemporal, es evidentemente algo parecido a una contradicción, circunstancia en sí mismo necesaria para tratar de describir «el Uno» (todas las tradiciones místicas coinciden en que al describir a Dios se emplean siempre términos contradictorios o paradojas).
Así como un perro no puede formular el teorema de Pitágoras, nuestro pensamiento no está capacitado para describir a Dios.
Pues bien esta hipótesis formulada por personas muy, muy inteligentes, me parece bastante razonable para tratar de explicar (con todas las carencias que tiene nuestro cerebro) a Dios.
Ahora, intente Vd. rezar a «Esto» para que gane su equipo de fútbol, o proclame Vd.que «Esto» tiene alguna preferencia por tal o cual comarca o pueblo terrestre. Llegará lejos (en su pueblo, claro).

MAS SOBRE EL MULTIVERSO

Profundizando en la teoría de la existencia de los multiversos, que se deriva de la Teoría M de las supercuerdas y de las hipótesis basadas en la inflación cósmica, considero a tener en cuenta los siguientes puntos:
1) Se habla de un multiverso formado por infinitos universos, siendo uno de ellos el nuestro. De acuerdo, hablemos de infinitos universos.
2) Se dice que en cada uno de los universos, se puede producir un número enorme (mayor que un gugol-ple) pero finito de sucesos. Conforme.
3) A partir de ahí, se comenta que dado que hay infinitas posibilidades de valores de las constantes cosmológicas, existe la posibilidad de que al menos se dé un caso en el cual las mismas estén ajustadas (el denominado ajuste fino) para permitir la vida; por ello existimos, porque en un contexto de infinitos universos posibles, existe una probabilidad del 100% de que al menos exista uno como el nuestro. En este punto ya no estoy de acuerdo.
4) Adicionalmente, y dado que hablamos de un escenario de infinitos universos con un número finito posible de sucesos en cada uno de ellos, se postula que existe al menos un universo igual que el nuestro, con exactamente los mismos sucesos. Es decir en ese otro universo, un clon mío está escribiendo este post ahora mismo; asimismo hay todo tipo de universos: desdde universos sin vida, a otros con vida pero sin conciencia, etc. Tampoco estoy de acuerdo.

En «El piano cuántico», planteo mi conformidad con el multiverso, no por la teoría M o por la inflación cósmica, sino por un motivo mucho más llano: si existe nuestro universo ¿por qué no deben existir otros? Me parece que es lo más lógico.
Ahora bien, en principio los planteamientos anteriores se basan, si no me equivoco – el tema es complicado de seguir- en el mantenimiento de las leyes de la física en esos otros universos.
Me pregunto, porqué en otro universo con el que no tenemos ninguna posibilidad de entrar en contacto, deberían seguirse las mismas leyes de la física que en este.

Hay otras razones que no son científicas, pero si filosóficas e incluso éticas que planteo en «El piano cuántico»: así como pienso que las leyes de la física no deben conservarse de unos a otros universos, sí considero que los principios éticos deben conservarse, al menos el principal que consiste en «cuidar (no destruir) lo que hay».

De manera resumida, el planteamiento que hago en «El piano cuántico» es el siguiente: dado cualquier universo, considero que sus leyes físicas siempre abocan al mismo a su final (como ocurre en el nuestro). Y considero que lo único que puede evitar ese final predecido por las leyes de la física, es la aparición de la conciencia, de manera que la misma, suficientemente desarrollada, sea capaz de evitar el fin del universo (a través de una ciencia y una teconología suficientemente desarrolladas en un ser consciente suficientemente desarrollado (es decir, evitando lo que Rabbelais decía cuando comentaba que «la ciencia sin conciencia es la ruina del alma»)).

El primer presupuesto que considero tiene la Realidad es la libertad. Nada es previsible, nada está determinado. Si esto es así, como creo, cualquier universo existente no puede estar determinado, ser previsible, sino que es indeterminado, impredecible. Y lo único que puede lograr dicho objetivo es la aparición de la conciencia. Así, considero que en cualquiera de los universos que forman el multiverso debe lograrse la vida y después la conciencia.

Lo anterior se logra con otro planteamiento que hago en «El piano cuántico». En todo universo (como el el nuestro) actúa un campo que obliga al mismo a la generación de la vida, y después de la conciencia.

Si ello es así, considero que solo existen universos en los que la conciencia es o será posible. Por tanto no es una cuestión de probabilidad 100% de aparición de al menos un universo (como el nuestro) con las constantes cosmológicas ajustadas para la aparición de la vida (como la nuestra), en un contexto de infinitos universos posibles.

Por otro lado, en «El piano cuántico» planteo que tampoco tiene sentido que en el resto de universos las partículas originales sean las mismas que en este (en relación con su masa, carga eléctrica, etc). Por ello y dado que lo normal es que esas partículas originales sean diferentes, y teniendo en cuenta que en todos ellos «debe generarse la vida y después la conciencia», es necesario que las leyes de la física sean diferentes en todos los universos, para que, partiendo de partículas iniciales diferentes, generen a la larga, vida y conciencia (si bien la vida con otras leyes físicas sea posiblemente inimaginable para nosotros).

Por último, hay un segundo factor por el que no creo que exista otro universo «repetido» de este, en el que pase siempre lo mismo que en este. Sin entrar a hacer valoraciones históricas, no quiero creer por ejemplo que las niñas que están esclavizadas y son violadas a diario en muchas partes del mundo, también lo estén sufriendo en otros universos. Me niego a aceptar esta posibilidad.

Y punto pelota.

MICRO CASA MEGA

Según la teoría admitida a día de hoy, el universo se originó con el Big Bang hace unos 14.000 millones de años.
La gran pregunta que se formula tras ello es ¿qué generó la explosión? ¿Dios? ¿El vacío cuántico?
Tras el reciente hallazgo de pruebas de la inflación cósmica en los primeros momentos tras la explosión, en la que por lo visto el universo pasó en 10^-33 segundos del tamaño de un centímetro a varios millones de veces el diámetro del sistema solar (a una velocidad de expansión del espacio muchísimo mayor que la velocidad de la luz), surge una pregunta quizá tan o más importante que la primera, y es la siguiente: ¿por qué empezó a 13.400 millones de años, y no hace más? No olvidemos que el año es una medida humana, que tiene que ver con la vida humana. Para un ser humano, 13.400 millones (13,4 *10^8) de años es una cifra enorme. Sin embargo, para el radionucleido Rubidio-87, cuyo período de semidesintegración es de 4,88*10^10 años, la edad actual del universo no alcanza ni siquiera a la mitad de la vida de sus núcleos.

Queda claro por tanto que la duración del universo depende de la vida media del que lo analice. Si la escala es la de un ser humano es mucho, si hablamos del Rubidio 87 es poco, si lo hacemos de la mosca ephimera (vive un día), aún más que los humanos.

La cuestión, para mí evidente, nos lleva a pensar que antes de la explosión había algo, que no sabemos lo que era. Y si pensamos que antes de la explosión había algo, ello supone que debemos pensar que fuera de nuestro universo, también hay algo.

Entre los múltiples escenarios que se establecen hoy en día en relación con el fin de los tiempos o del universo, uno de ellos es el producido por un cambio súbito de las propiedades físicas de la realidad. Asi por ejemplo lLa teoría del falso vacío que emerge de las ecuaciones de mecánica cuántica, admite la posibilidad de que el universo como tal desaparezca “de repente”, como consecuencia de un fenómeno, en parte parecido, al que dio lugar a la aparición del Big Bang.

Ello me lleva a pensar ¿puede estar nuestro universo contenido en algo parecido a un quark de algo parecido a un protón de algo parecido a un átomo de hidrógeno que flota en la inmensidad del vacío de un universo que contiene ese átomo con ese protón con ese quark en cuyo interior está nuestro umiverso? Este universo tendría una relación con el nuestro siguiente: según algunas estimaciones nuestro universo tiene un tamaño de 78*10^9 años luz, eso quiere decir que son 78*10^9*3*10^5*60*60*24*365 = 36,8*10^27 m. Si el radio del hidrógeno (en nuestro universo) es de 25*10^-12 m, esto quiere decir (por equivalencia), que sería un universo 1,4*10^39 veces más grande que el nuestro, y quizá 1,4*10^39 veces más “lento que el nuestro”. Cuando en nuestro universo han pasado 14*10^9 años (desde el Big Bang hasta ahora), en ese universo han pasado solo 10^-30 años, es decir, 31,5*10^-24 seg, casi un tiempo de «Planck» de ese universo. Ese megauniverso tendría también un Big Bang, que lógicamente habría ocurrido, por mantener los tiempos de los que hablamos, hace 14*10^9*1,4*10^39, es decir, 19,6*10^48 años humanos de nuestro universo (mucho antes de nuestro big bang).

Si planteamos esto yendo hacia arriba, lo mismo puede pensarse yendo hacia abajo, concibiendo que en un quark de un átomo de hidrógeno que flota en medio del vacío del espacio de nuestro universo, está contenido otro universo (un microuniverso).

Los megauniversos tendrían (para los seres conscientes que lo habitasen) su megaDios y los microuniversos (para los otros) su microDios Debería ser el mismo, sin duda.

La pregunta por tanto es la siguiente ¿qué característica “trascendente” o “espiritual” se mantendría transversalmente a través de todos estos universos hacia arriba y hacia abajo?

EMOCIÓN VERSUS RAZÓN

Declaraciones de Magnus Carlsen, nuevo campeón del mundo de ajedrez, en XL Semanal

«En diez segundos, ya tengo clara la jugada. Luego, me tomo mi tiempo para confirmar que esa es la mejor opción. Hago lo que el cuerpo me pide. Mi intuición acierta casi siempre».

Sobre este asunto, merece la pena sumergirse en «El error de Descartes» de Antonio Damasio, Premio Príncipe de Asturias 2005.