Llevo unos años en los que un par de días por semana tardo varias horas en dormirme. He probado varios métodos para conciliar el sueño, y ninguno de ellos ha sido definitivo.
En las últimas semanas, lo estoy intentando con una nueva fórmula que me está reportando algunas sorpresas interesantes.
Hace un mes, dando vueltas en la cama sin poder dormir, me dije: voy a empezar a rezar como hacía cuando era pequeño, y así a base de repetir las oraciones, acabaré durmiéndome.
La cuestión es que empecé a rezar “El padre nuestro”; pero en lugar de hacerlo rápido y maquinalmente, comencé –sin habérmelo propuesto- a rezar muy muy despacio, y tratando de comprender lo que significa la única oración que Jesucristo nos legó.
Pues bien, este proceso me está dando interesantes sorpresas, porque además de calmar mi mente y por tanto lograr que me duerma pasado un tiempo prudencial que no se me hace largo, me está aportando algunas claves para entender la oración de las oraciones.
“Padre nuestro”: aquí está claro que Padre es una metáfora. Lástima que no exista una palabra para designar lo que sería un Padre-Madre, que desde luego sería más correcto “Padre-Madre nuestro”. Es totalmente evidente que “Padre” se refiere a aquello que es necesario para que nosotros existamos. Para que exista un hijo se necesita un Padre (y una madre). Para que nosotros existamos, digamos que es necesario que existan tres cosas: el universo, la vida y la conciencia. Así pues con “Padre” entiendo aquello que es necesario o responsable de que exista dicha triada.
“Que estás en los cielos”: de nuevo otra metáfora. “Los cielos”: para mí está claro que no se refiere a un lugar sino a un estado de la conciencia. Dejémoslo por ahora y digamos que “los cielos” no es un lugar, sino un estado de conciencia.
“Santificado sea tu nombre”: esta es la única parte del Padre nuestro que no tiene más vueltas: Padre, seas lo que seas, tu nombre debe ser santificado. Y punto.
“Venga a nosotros tu reino”: evidentemente se refiere al reino de los cielos. Está claro aquí también que el ruego consiste en un deseo de que el estado de conciencia comentado nos alcance; o visto de otro modo: que tengamos la oportunidad de alcanzar dicho estado de conciencia.
“Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”. Probablemente esta sea la frase de más enjundia de todo el Padre nuestro pues nos lleva directamente al problema del mal en el mundo. “Hágase tu voluntad así en la tierra” quiere decir que lo que sucede en la tierra (incluido todo el mal y sufrimiento) es por voluntad del “Padre”. En “El piano cuántico” analizo en detalle el asunto del mal y de Dios. Concluyo lo que para mí es evidente desde hace años: Dios (ello) no interviene en la realidad. Digamos que Dios es algo así como los conceptos de Bien y Libertad en acción. El Bien y la Libertad en acción generan el universo, la vida y la conciencia.
Por ello entiendo que “Hágase tu voluntad así en la tierra” significa que todo lo que sucede en la tierra es consecuencia del Bien y la Libertad en acción. “Como en el cielo” querría decir entonces que en el estado de conciencia que se alcanza “en el cielo”, operan también las mismas fuerzas principales: el Bien y la Libertad.
Así pues “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” en mi opinión significa: operen el Bien y la Libertad en la realidad.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”: aquí ya empieza desde mi punto de vista la parte fácil. Es simplemente una petición: el Bien opera pero la Libertad también y por igual. Ello quiere decir que al existir la Libertad, el Bien puede no operar en un determinado momento o circunstancia. Y ello es el mal, que consiste precisamente en la ausencia de Bien. Si el Bien operase siempre, no habría Libertad y entonces la realidad, el universo no serían posibles como trato de demostrar en “El piano cuántico”.
Desde este punto de vista, la petición “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” es algo así como: hoy tengo que comer, dame suerte, dame el bien; ojalá hoy la Libertad en acción no me haga encontrarme con el mal consciente, con la ausencia de bien, o con la mala suerte derivada de las leyes naturales.
“Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”: esto es en mi opinión simplemente un compromiso por el cual nos comprometemos a perdonar a los que nos rodean. Pero un compromiso muy duro y serio: pedimos que se nos perdone como nosotros perdonamos. Realmente es un compromiso durísimo.
“Y no nos dejes caer en la tentación”: es otra súplica. En la tentación sabemos que podemos y vamos a caer pues somos humanos. Pedimos hacer un uso recto de nuestra Libertad, de modo que no comprometamos el Bien en nuestras actuaciones.
“Y líbranos del mal”: otra súplica insistiendo una vez más en lo mismo: se solicita ayuda para un uso recto de nuestra Libertad, y de algún modo “suerte” para que no seamos objeto de un mal uso de la Libertad por otros (mal consciente), o de una desgracia derivada de las leyes naturales.
Confieso que la última parte de “Y líbranos del mal” es producto de una reflexión de ahora mismo. Normalmente no llego a “líbranos del mal”; duermo ya plácidamente.